Bienvenida al euro, Bulgaria
- nacionesenruinas
- 8 ago
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El pasado 8 de julio el Consejo de la Unión Europea confirmaba lo que muchos llevaban anticipando desde hace un tiempo, la entrada de Bulgaria al euro. Pese a que muchos se sorprenden por la noticia, no es algo que realmente haya de parecernos extraño, por raro que parezca. A continuación, te presentamos un breve artículo para que comprendas el tema:
En primer lugar, el país plantea unirse al sistema euro el 1 de enero del próximo año –2026–, habiendo hecho un pacto entre el Banco Central Europeo y el Banco Nacional Búlgaro sobre el seguimiento y evolución de los tipos de cambio hasta entonces. Todo ello, se enmarca en un contexto en el que el BCE ya mantenía una presencia entre algunas de las entidades fiscales principales del país, así como, de trece entidades de menor calibre, cumpliendo con el marco de cooperación estrecha entre ambas entidades financieras tras su aprobación el 1 de octubre de 2020.
Así pues, en los últimos años, Bulgaria ha demostrado exitosamente su capacidad para cumplir con los criterios de Frankfurt. En primer lugar, ha conseguido mantener la estabilidad media de los precios durante los últimos 12 meses –2024– en el 2,7%, un 0,10% menor a lo que el Banco Europeo le demandaba. Además, Sofía no ha estado sujeta a graves déficits fiscales durante los últimos trece años, y, el déficit presupuestario de las administraciones públicas se situó en el 3% del PIB. En consecuencia, junto al bajo ratio de deuda que el país mantiene respecto al máximo permitido –Bulgaria mantiene un 24,1% de deuda frente al 60% fijado como límite– han hecho que los informes de Bruselas y Frankfurt den el visto bueno para acabar con el lev búlgaro.
En cuanto al lev –moneda nacional búlgara–, ya se encontraba en un mecanismo de tipo de cambio desde el 20 de mayo de 2023, el cual finalizó el 19 de mayo de este año. Durante el mecanismo de criterios cambiarios mencionado, el lev no mostró graves desviaciones respecto al pactado cambio de 1,95583 levs por euro. No obstante, el BCE sí ha puesto deberes a Sofía: controlar los tipos de interés a largo plazo, mínimo hasta alcanzar el 5,1%; y; también, en temas relacionados con el blanqueo de capitales y la prevención del financiamiento al terrorismo. Sin embargo, pese a lo último, Frankfurt considera que la legislación búlgara es compatible tanto con los Tratados como con el Sistema Europeo de Bancos Centrales.
Esta decisión no ha estado exenta de polémica, especialmente entre los propios búlgaros. Partidos políticos como Revival han conseguido movilizar a cientos de miles de personas en manifestaciones en contra de esta decisión. El ciudadano búlgaro teme un alza de los precios a la vez de una pérdida de soberanía. Muchos reclaman un referéndum para escoger la decisión, pero otros lo consideran inconstitucional. Si bien es cierto que los referéndums no suelen ser una buena opción ante la división social, puesto que nunca terminan de convencer.
De hecho, el Presidente Rumen Radev ha intentado frenar el proceso, presentando en el pasado mayo un recurso ante el Tribunal Constitucional para bloquear la consulta. Pero el Primer Ministro, Rosen Zhelyazkov lo considera inconstitucional, ya que la entrada al euro queda recogida dentro de los Tratados de la UE por lo dispuesto en el Tratado de Maastricht para todos los Estados miembro –a excepción de la cláusula de exclusión voluntaria danesa–.
En caso de acabar uniéndose al sistema euro, Bulgaria sería el vigésimo primer país en hacerlo, dejando tan sólo a seis países de la unión con una divisa distinta: Suecia, Dinamarca, Rumanía, Polonia, República Checa y Hungría. Así mismo, el último país en adoptar la divisa común fue Croacia, en el año 2023, por lo que puede servirnos como ejemplo de lo que puede significar para Bulgaria.
El alza de los precios es lo que primero puede venir a la cabeza para muchos, especialmente si pertenecemos a países mediterráneos. No obstante, el propio Comisario europeo de Economía, el letón Valdis Dombrovskis, ha recordado algunos datos históricos y la experiencia de su país tras la entrada al euro en 2014, donde la transición no se tradujo en un aumento rápido de los precios. A ello, se suma la aprobación por 531 votos favorables, 69 en contra y 79 abstenciones por parte del Parlamento Europeo, por lo que las leyes de Introducción al Euro en Bulgaria comenzarán de inmediato, habiendo sido aprobadas por la Asamblea Nacional Búlgara en 2024.
Volviendo al mencionado caso croata, el país se ha beneficiado los últimos años de su ingreso en el sistema monetario común. No obstante, el alza de los precios en el país se encontraba previamente al ingreso en el sistema. En consecuencia, la opinión croata generalmente es medianamente óptima, puesto que pese a una breve desviación inicial, el euro ha conseguido reducir la inflación y atraer a empresas al país. Sin embargo, algunos se quejan que el redondeo ha beneficiado el alza de los precios y la huida de una parte del turismo centroeuropeo a países como Hungría. Lo cierto es que el euro no necesariamente encarece, de hecho, el caso de las subidas en servicios de hostelería o alimentación en Croacia procedían de subidas que ya se estaban experimentando antes de la adopción del euro tras el boom turístico del país.
Actualmente, Bulgaria se prepara para ingresar al euro. No obstante, es un país que tendrá que hacer frente a muchas y mayores batallas que otros países como Letonia o Croacia. La corrupción, la falta de infraestructura, una economía mucho menor con problemas de productividad, una demografía en picado, las conexiones internacionales escasas vía terrestre, la falta de consenso social o la pérdida de soberanía para devaluar el precio de sus exportaciones requerirán de un esfuerzo doble para el país.
Probablemente, el ingreso del euro permita que la inflación se mantenga estable, como lo lleva siendo los últimos tiempos. No obstante, habrá que analizar en un futuro cómo se corrigen las convergencias reales del euro, ya que sin ellas, puede que la productividad y los salarios se estanquen. Además, al estar en el euro, el país tendrá mayores dificultades para controlar su hasta ahora ejemplar deuda, ya que en caso de crisis, no podrá utilizar su moneda como herramienta.
Respecto al turismo, puede crearse una dualidad: menos turistas pero más ingresos. El euro cambiará los precios, los cuales se redondeará al alza, por lo tanto, los servicios se encarecerán, afectando a la percepción calidad-precio que Sofía había logrado en estos últimos años. Sin embargo, también puede traducirse en un incremento de turistas con más poder adquisitivo que se ven atraídos por no tener que realizar cambios de divisa y por mejores servicios. En consecuencia, Bulgaria tendrá que saber competir en un barrio lleno de vecinos con monedas distintas, donde el turismo low-cost podría movilizarse, a países como Serbia, Macedonia o Rumanía.
Bulgaria enfrenta un gran camino para su país. Tendrá que saber gestionar la estabilidad monetaria y financiera, mantener su compromiso con la integración europea y administrar la inversión extranjera. Ante ello, grandes cambios y retos: una población dividida, un posible incremento de la inflación y la pérdida de soberanía. Sin reformas estructurales, el país podría enfrentarse a una grave crisis que afecte a la vida de sus 6,4 millones de ciudadanos, pese a los buenos datos que mantiene actualmente. Adoptar el euro no es una meta final, al contrario, es el inicio de una etapa que requiere de gran disciplina para no morir de éxito. Bulgaria tendrá que enfrentarse ante situaciones complejas para que los costes sociales y económicos no superen a los beneficios. ¿Lo conseguirá?
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